Eran las 7.45 de la mañana en Punta Angamos, Mejillones, en ese tiempo Bolivia, cuando Miguel Grau se dio cuenta de que no había escape, siguió con las maniobras evasivas. Propuso que 'La unión', el barco acompañante, huya hacia el norte. Por este mismo norte venían el Blanco Encalada, Covadonga y Matías Cousiño y por el este el Cochrane, la corbeta O'Higgins y el Loa. Su humo los delataba a los lejos. Humo de guerra.

Quedose solo el Huascar frente a un enfrentamiento inevitable en desventaja.A las 9:45 am el Cochrane no la pensó y se fue directamente en línea recta hacia nuestro monitor. Cruzaron disparos, se hicieron mucho daño. A las 10 de la mañana una granada impactó la torre de mando, muriendo el Ulises peruano, como lo llamaban los medios extranjeros. Grau había muerto luego de meses de estar haciéndole la vida imposible a toda una flota con un monitor antiguo. El gran caballero ya no dirigía.

Pero la batalla no acabó allí, el segundo al mando, Elías Aguirre, asumió. Se reanuda la persecución. El Blanco Encalada y el Covadonga aparecen, nuestro monitor trata de embestirlo, el Blanco Encalada lo esquiva por casi nada. Otra granada cae por la derecha, mata a todos los trabajadores y sirvientes que se escondían, Melitón Carbajal es herido.

Otra granada destruye la enfermería y la cámara de oficiales.

No se rendían los peruanos, los tiros caen de todos lados, solo les queda un cañón, el cual se turnan para disparar. Deciden inmolarse y chocar. Se van hacia el Cochrane, se falla. El Huascar da un giro gigante, lo persiguieron, esta acción hace que casi choquen dos barcos chilenos.

Se alejaron casi a un kilometro los enemigos para evitar el choque, se acercaron, lleno de muertos el piso del monitor peruano, Elías Aguirre continua la lucha con un solo cañón y disparos de rifle y ametralladora Gatling, hasta que otra granada en la torre de artillería mato a operarios y a Aguirre. Melitón Carbajal había muerto también.

Asumió el mando el joven teniente Pedro Gárezon que en una reunión relámpago con los otros 3 oficiales vivos que quedaban, decidió hundir la nave antes que entregarla rendida a los Chilenos. La nave era ingobernable, había agua entrando por los pisos inferiores. A las 10:54 am se da la orden de inundar la nave. El 1º maquinista de la nave, Samuel Mac Mahon, apaga máquinas y abre las válvulas. Los chilenos creen que se han rendido por que ve la bandera peruana caer, lo cual fue un error, una bala había roto la driza que sostenía nuestro símbolo.

Muchos sobrevivientes peruanos se tiran al mar para no se capturados. Los chilenos suben a bordo, piden que se cierren las válvulas, tratan de apagar los incendios. Preguntan por el cuerpo de Miguel Grau.

El teniente Enrique Palacios no se rendía, herido a muerte seguía disparando, se desmayó.

Desgraciadamente se salva el hundimiento, es capturado el barco. Los vivos son tomados prisioneros. Horas después el monitor es llevado a puertos chilenos. Enrique Palacios despierta, da cuenta de la derrota como prisionero en un acorazado enemigo, busca su arma para disparar en su cintura, no está. Cae desmayado otra vez, esta vez para siempre, murió.

Al día siguiente, y mediante telégrafos, el mundo hablaba de la muerte del gran héroe sudaméricano. Aquel que con tan solo un viejo barco puso jaque durante varios meses a toda una escuadra moderna (compraron todo nuevo los chilenos).

Solo se encontró parte de la pierna derecha de Miguel Grau. Fue envuelta en una bandera peruana y tomada por los chilenos. Puesta en formol y conservado luego el hueso. Devuelta al Perú el 21 de marzo de 1958 junto con un escapulario religioso (era muy devoto Grau). Hasta ahora se encuentra este resto en una cripta de la Escuela Naval de la Marina de Guerra, en La Punta, Callao. Siempre custodiada por dos cadetes.






UN PIURANO COMO NINGÚN OTRO. Fundó nuestro mar peruano, y por cierto, su escaño como diputado de Paita, el cual se pronuncia y llama primero en el congreso, sigue vacío. Y lo seguirá por siempre.

Imagen de portada:

Óleo de Teófilo Castillo.